sábado, 30 de mayo de 2009
HOLOCAUSTO
Como sugiere su origen griego (holos "todo", y kaustos "quemado") la palabra designa una ofrenda completamente consumida por fuego, usada entre los judíos y algunas naciones paganas de la antigüedad. Como es empleado en la Vulgata, corresponde a dos términos hebreos: (1) para holah, literalmente,: "Aquel a quien va", o al altar para hacer sacrificios, o al cielo en la llama de sacrificio; (2) Kalil, literalmente,: "Entero", "perfecto", como término de sacrificio, normalmente es un sinónimo descriptivo de holah, y denota una ofrenda consumida totalmente en el altar. En cualquier momento y a quienquiera que se ofrecía, los holocaustos fueron considerados naturalmente como lo superior, debido a que era la expresión visible, más completa, del respeto del hombre a Dios. De hecho, es verdad que ciertos pasajes de los profetas de Israel han sido traducidos por críticos modernos, con un rechazo absoluto por la ofrenda de sacrificios, holocaustos incluidos; pero esta posición es el resultado, de una vista parcial, de la evidencia de un concepto erróneo, del ataque, tanto a los abusos como a la institución que ellos habían contaminado.
El siguiente es un informe breve de la Ley Mosaica, que contiene principalmente, lo tocante al conjunto de la quema de ofrendas, que los críticos usualmente llaman: el Código de los Sacerdotes.
Víctimas para los Holocaustos
Solamente podían ofrecerse animales en holocausto; víctimas humanas, sacrificadas por cananeos y otras gentes, estaban excluidas positivamente del legítimo culto a Yahvé (cf. Lev., xviii, 21,; xx, 2-5,; Deut., xii, 31,; etc.). en general, las víctimas debían ser tomadas de la manada (becerros) o del rebaño (corderos o cabras); y, para ser bien recibida, se requería que el animal fuera macho, el más valioso y sin defecto, sólo así era digno para Dios (Lev., i, 2, 3, 5, 10,; xxii, 17 sqq.). En ciertos casos, los pájaros (sólo tórtolas o palomos jóvenes) se ofrecían en holocausto (Lev., i, 14,; etc.); los pájaros normalmente eran permitidos a los pobres, como sustituto de animales más grandes y costosos (Lev., v, 7,; xii, 8,; xiv, 22), incluso, se los prescribió directamente en algunos casos de impureza ceremonial (Lev., xv, 14, 15, 29, 30). Los animales de caza y pesca, que se sacrificaban en algunos cultos paganos de Asia Occidental, no eran objetos de sacrificio en la Ley Mosaica.
Ritual de los Holocaustos
Los ritos principales llevados a cabo en la ofrenda de los holocaustos, eran (1) por parte del oferente, que debía traer el animal a la puerta del tabernáculo, imponerle sus manos sobre la cabeza, mátarlo al norte del altar, desollar y cortar su cadáver y lavar sus entrañas y patas; (2) por parte del sacerdote, que debía recibir la sangre de la víctima, rociarla sobre el altar, y quemar la ofrenda. En el caso de ofrendas de pájaros, el sacerdote mataba a las víctimas y dejaba a un lado, como impropios, su buche y plumas (Lev., i). En sacrificios públicos, era también obligación del sacerdote matar a las víctimas, siendo asistido en ocasiones por los Levitas. El exámen de las entrañas, que jugaba una parte muy importante en los sacrificios de varios pueblos antiguos, especialmente fenicios, no tenía lugar en el ritual Mosaico.
Clases de Holocaustos
Entre los hebreos, los holocaustos eran de dos tipos generales, conforme a las ofrendas prescritas por la Ley o según el resultado de voto o devoción, privados. Los holocaustos obligatorios eran (1) la quema de ofrenda diaria de un cordero; este holocausto se preparaba dos veces al día (a la tercera y novena hora), acompañado de un oblación de cereal y una libación de vino (Ex., xxix, 38-42,; Num., xxviii, 3-8); (2) el sábado, la quema de ofrenda incluía una cantidad doble de todos los elementos del holocausto diario ordinario (Num., xxviii, 9, 10); (3) la quema de ofrendas solemnes, celebradas en Luna Nueva, en Pascuas, en la Fiesta de las Trompetas, en el Día de Expiación, y en la Fiesta de los Tabernáculos, en ocasiones, el número de víctimas y de otras ofrendas aumentaba considerablemente; (4) los holocaustos prescriptos, para la consagración de un sacerdote (Ex., xxix, 15 sqq.; Lev., viii, 18,; ix, 12), para la purificación de las mujeres (Lev., xii, 6-8), para limpiar a leprosos (Lev., xiv, 19, 20), para purgar la impureza ceremonial (Lev., xv, 15, 30), y finalmente en relación con el voto de los Nazareos (Num., vi, 11, 16). En la quema de ofrendas voluntarias, el número de víctimas quedaba a la liberalidad o riqueza del oferente (cf. III Reyes, iii, 4,; I Par., xxix, 21, etc., para los holocaustos voluntarios muy grandes), y las víctimas podían ser proporcionadas por los gentiles, una licencia que Augusto aprovechó para sí, según Philo (Legatio ad Caium, xl).
Propósitos principales de los Holocaustos
Los siguientes son los principales propósitos del conjunto de la quema de ofrendas prescritas por la Ley Mosaica: (1) por la rendición total y destrucción de víctimas valiosas, puras, inocentes, y casi conectadas al hombre, los holocaustos recordaban vivamente a los hebreos el dominio supremo de Dios sobre Sus criaturas, y les hizo pensar en sentimientos de interna pureza y en la entera entrega de sí mismos a la Divina Majestad sin que ni siquiera, los sacrificios más excelentes, pudieran ser tenidos en cuenta, por el Omnipotente Observador de los secretos del corazón. (2) ofreciendo holocaustos con disposición propia y fiel podían sentirse confiados de su admisión con Dios, Quien en aquel tiempo consideraba a las víctimas como medios de expiación de sus pecados (Lev., [A.V.], i, 4), como un sacrificio bueno y grato en su nombre (Lev., I, 3, 9), y como limpieza de cualquier deshonra que les podría haber impedido, aparecer merecidamente ante Él (Lev., xiv, 20). (3) Los holocaustos de la Ley Antigua simbolizaron el gran y perfecto sacrificio que Jesús, el Sacerdote Superior de la Nueva Ley y el verdadero Cordero de Dios, ofreció en cumplimiento de todos los sangrientos sacrificios del primer pacto (Heb., ix, 12, el sqq.; etc.).
FRANCIS E. GIGOT
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